Paseos y excursiones:

Ignacio, el tranquilo

José Ignacio es uno de los sitios más rústicos y bellos que tiene Uruguay. Basta con caminar por sus calles, asomarse a su faro o bajar a sus playas para enamorarse perdidamente.

A tan sólo una hora de viaje de la península de Punta del Este, sobre el kilómetro 182 de la ruta nacional 10 se encuentra uno de los pueblos más hermosos y calmos que tienen las playas del este uruguayo: el balneario de José Ignacio.

Silenciosas y quietas, aquí las playas ganan tranquilidad, quizá porque dejan de ser las más concurridas o joviales. Lo cierto es que a ellas accede una gran cantidad de visitantes que busca un poco de paz.

Se nota apenas se llega al lugar: decenas de carteles de madera, tallados o pintados a mano, dan cátedra al visitante sobre cómo en este lugar pasan los minutos, las horas, el tiempo: “Aquí sólo corre el viento”.

Este popular dicho, que en los últimos años ha hecho del lugar una marca registrada, se impone como rutina diaria entre sus habitantes estables como así también entre los visitantes que se acercan durante la temporada estival.

A la luz del día

De día, las alternativas son de lo más variadas. Las caminatas en grupo son las grandes protagonistas de José Ignacio, tanto en la ciudad como en los alrededores. Cualquier trekking permite interactuar con la armonía de este bello lugar.

Además de las playas, entre las que se destacan una llamada Brava con grandes olas ideales para el surf y otra bautizada Mansa (especial para los más chicos), existen diversas opciones para pasarla bien.

El faro, que ha hecho famosa toda esta zona, es visitado por cientos de turistas todos los días durante la temporada de verano, ya que la vista que se obtiene del pueblo desde su altura es realmente increíble.

La laguna Garzón y su balsa para cruzar al otro lado son otro de los sitios más visitados. En ella, además de fotografiar una variedad asombrosa de fauna silvestre, es posible pescar grandes corvinas negras y pejerreyes que entran del mar cuando sube la marea.

Pero el plato fuerte se disfruta tanto al mediodía como a la noche. Es entonces que una indiscutida variedad de pescados y mariscos logrados por pescadores locales se ofrece en los pequeños restaurantes que tiene el pueblo.

Luego de este maravilloso placer terrenal, vale una merecida siesta o perderse en la noche por las pequeñas calles de José Ignacio apenas iluminadas por el faro. Un gusto que desde hace años es rutina para quienes veranean en este bello lugar, alejados de todo.

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