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Los toros del Real San Carlos
Pablo Etchevers Pablo EtcheversA minutos de Colonia del Sacramento existe un tesoro de toros y corridas que puede ser descubierto por cualquier visitante, pero para entenderlo es necesario remontarse por la historia.
Los toros en común
Durante largos años, españoles y portugueses se vieron envueltos en crueles luchas por el dominio de la ciudad. Sin embargo, algo unía a ambos pueblos, que siempre se sintieron atraídos por las corridas de toros y por el espectáculo que estos generaban.
Fue el sindicato del Real San Carlos (de allí el nombre de la plaza) el que inició la construcción de un complejo turístico en el año 1908, que incluía el estadio taurino. En lo que fue su inauguración, el 9 de enero de 1910, la plaza uruguaya deslumbró con una gala que no tenía nada que envidiarles a las más tradicionales de España.
Toreros famosos del viejo mundo, como los hermanos Ricardo y Rafael Torres (“los hermanos Bombita”) le daban color a un espectáculo colmado por casi 10.000 espectadores que provenían en su mayoría de la vecina ciudad de Buenos Aires y de la local Montevideo. La plaza fue bautizada con el nombre de Plaza Real de San Carlos y su éxito fue corto.
Arquitectura mudejar
De origen netamente moro, la plaza posee una arena en forma circular, hoy cubierta por pasto, y una tribuna que la envuelve y la protege con grandes arcos de herradura que se repiten a lo largo de su circular recorrido. Su arquitectura de estilo mudejar es el resultado de la confluencia de las manifestaciones musulmanas con expresiones occidentales, algo típico de la península ibérica.
La fiesta taurina atraía espectadores de las familias más adineradas, tanto de Buenos Aires como de la cercana Montevideo, que llegaban en buques de vapor con destino final en el muelle del Real San Carlos o la ciudad de Colonia. El barco los dejaba a tan sólo cinco cuadras de la plaza de toros y desde allí partían carretas o carros que depositaban a los visitantes en las casas de apuestas o en la entrada misma de la plaza.
En Uruguay, sí
La idea de la construcción fue de inversores argentinos radicados en Buenos Aires que debieron negociar para ello con empresarios uruguayos, sobre todo de la entonces pujante Montevideo. Argentina había adoptado una posición contraria a este tipo de espectáculos, por lo que Uruguay se constituía como un importante polo de atracción para los amantes de los toros.
La plaza funcionó apenas dos años y en ese lapso se realizaron sólo 8 corridas oficiales; la última de la que se tiene registro se llevó a cabo en febrero de 1912. Fue una ley del gobierno uruguayo la que prohibió este tipo de espectáculos por todo el país.
Desde que la prohibición se hizo ley, la plaza que en sus años de gloria podía albergar a la totalidad de la población de Colonia ha quedado abandonada y sólo algunos fantasmas de aquellos tiempos siguen toreando, corriendo y bramando como hace tantos años.
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